Adaptarse o “Mal Vivir”

Adaptarse implica evadir las posiciones extremas. Tan inadecuado es “atrincherarte” en tus hábitos y costumbres, intentando “revivir” o “duplicar” el pueblo donde naciste en el corazón de Nueva York, Houston o incluso Miami, como “asimilarte” de tal manera que llegues a perder tu identidad o renegar de tus orígenes.

La comunidad hispana o latina incluye una gran diversidad de grupos procedentes de distintos países latinoamericanos, que representan a muchas razas y a una mezcla muy interesante de estas: todas ellas personas de diferente color de piel, tamaños, tipos de cabello y acentos; que incluyen en su cultura una gama extraordinaria de actitudes, creencias, valores y comportamientos.

Algunos autores que han acuñado el término “aculturación” como la rapidez, magnitud y formas en que una persona se adapta a otra cultura mientras mantiene sus propias actitudes, creencias y valores culturales; coinciden en que este es un factor diferenciador muy importante entre los diferentes grupos nacionales, étnicos, raciales, de edad, etc. que cohabitan y coexisten en los Estados Unidos.

Ese proceso de “aculturación” depende de muchos factores, destacando la edad, el tiempo que permanecen en EEUU, la facilidad para asimilar el idioma inglés y el nivel educacional y cultural de las personas.

A diferencia de los primeros grupos de inmigrantes que poblaron Estados Unidos y buscaron una adaptación casi total al medio, muchos de los inmigrantes actuales, incluidos los latinos, prefieren hablar su idioma entre ellos aun cuando aprendan el inglés; tienen actitudes y comportamientos propios de sus países de origen; consumen productos similares a los de su país y, en general, muestran perfiles y patrones de comportamiento que los mantienen “diferentes”.

Los latinos en si mismos somos una comunidad diversa.

Si esa “diferenciación” se lleva al extremo, provoca en igual medida sentimientos de rechazo por parte de la población “autóctona” (o más asimilada a la cultura estadounidense), así como una sensación de “autoexclusión” que hace sentir mal al inmigrante, reduce su calidad de vida y limita sus posibilidades de crecimiento y prosperidad en Estados Unidos.

Y, por otro lado, no olvidemos el igualmente válido proceso de “transculturización“, que es un proceso cultural mediante el cual una persona o grupo adopta elementos de otra cultura, pero sin renunciar completamente a su propia cultura. A diferencia de la asimilación, en la que una cultura dominante impone sus valores sobre una cultura subordinada, la transculturización implica un intercambio mutuo que da lugar a una nueva configuración cultural.

Por tanto, no te extrañes de que en las ciudades de mucha presencia latina, veas a muchos estadounidenses anglos o de otras procedencias, hablando español y cantando y bailando nuestra música… pero este proceso lo veremos más en detalle en la siguiente página.

 

 

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