En Norteamérica, a la gente generalmente no le gusta la excesiva proximidad cuando conversan con alguien o se encuentran en grupo. Es como si estuviera prohibido invadir el espacio personal.
Como norma, uno da la mano la primera vez que conoce a una persona. Sea hombre o mujer. Después, cada vez que uno ve a dicha persona, solo con un “Hello, how are you?” (jelóu, ¿jáu ar iú? – Hola, ¿cómo estás?) es suficiente.
Intentar dar un beso, hacer contacto físico deliberado o hablar de cerca con un estadounidense puede terminar en problema o, cuando menos, en confusión. Ya una vez que tengamos más confianza, podremos dar un abrazo, pero sin abrazarse demasiado. Tampoco hay que saludar de besos y abrazos a conocidos y desconocidos cuando llegamos a una reunión. Y mucho menos despedirnos de todos con excesiva efusividad.
En nuestros países no es inusual la proximidad e incluso el contacto físico cuando estamos hablando con alguien. Cuando intentamos hacer lo mismo en Estados Unidos, vemos con asombro cómo retrocede la persona a medida que nos acercamos durante la charla. |
Muchos de nosotros, los latinos, somos también más propensos a meter las narices en la vida de los demás y darles a otros nuestra opinión de cómo deben hacer esto o aquello. En Estados Unidos la gente tiende mucho menos a inmiscuirse en la vida de los demás (por supuesto que hay muchas excepciones). Es muy difícil que un estadounidense te pregunte “¿qué salario ganas?” o “¿cuánto te pagaron por ese trabajo?”. Y se considera de muy mal gusto si intentas averiguar cuánto gana él o ella.
En América Latina es muy común que alguien que te acaba de conocer o con quien no te unen lazos de afinidad te pregunte primero si tienes novia, luego si te vas a casar, más adelante sobre los hijos y casi casi se atreve a recomendarte el nombre que debes ponerles. Esto sencillamente no es aceptado en los Estados Unidos.
En una reunión o fiesta en Norteamérica, como norma, la gente habla un poco con todos los presentes. Generalmente, se comienza por una introducción en la que se habla de qué es lo que hace cada uno, a quién conoce en dicha reunión, cuánto hace que uno se ha mudado o por qué.
Son conversaciones cortas en las que básicamente se está evaluando lo interesante o no de dicha persona. Luego, aquellos a los que les pareciste más divertido o interesante son quienes te elegirán (o te transmitirán de alguna manera su disposición a ser elegidos por ti) para volver a conversar por más tiempo y de temas un poco menos superficiales.
Por otra parte, son como más “reacios” a compartir sus problemas y sentimientos personales con los demás, incluso con gente muy allegada. Se reservan un tiempo para “estar consigo mismos” en una interesante manera de disfrutar la soledad.
Son y saben ser hospitalarios, y en muchas ocasiones, excelentes anfitriones, pero sus pensamientos y sentimientos íntimos los mantienen privados. Cuando un norteamericano está sumido en sus reflexiones, puede considerar de mal gusto una pregunta que es muy normal para muchos de nosotros: “¿En qué estás pensando?”
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