Son celosos con su tiempo y generalmente respetan el de los demás. Las reuniones, tanto de trabajo como informales, comienzan a la hora establecida (y muchas veces fijan incluso la hora en que debe terminar). Viven orgullosos de que saben “administrar su tiempo”.
La impuntualidad es un defecto mayor que a muchos latinos les ha costado su empleo (“el tiempo es dinero”) o perder una buena amistad. Si vas a llegar tarde a una cita, debes llamar para informarlo y disculparte. Y lo mismo debes hacer si eres el empleado o el jefe, el alumno o el profesor.
El mismo concepto se aplica a las relaciones sociales, pues es importante velar por la puntualidad no solo en el trabajo, sino además para llegar a una comida, una fiesta o incluso una reunión informal entre amigos. El tiempo, o mejor dicho la unidad de tiempo, es la única riqueza que todos poseemos por igual. La diferencia reside en que unos la saben aprovechar mejor que otros… Este es un parámetro muy importante para ellos. |
Y debiera serlo también para nosotros. Si gestionamos nuestro tiempo de forma adecuada, no dejamos lugar a la postergación de tareas y responsabilidades. La gestión del tiempo mejora la confianza en nosotros mismos y nos lleva a ganar el respeto de las personas que nos rodean.
Una adecuada gestión del tiempo nos permitirá tener más oportunidades para disfrutar de nuestras aficiones, realizar deportes, pasar tiempo con la familia o reunirnos con los amigos. Este tiempo de calidad no tiene precio y es muy importante para nuestro bienestar físico y emocional. Todo el mundo necesita tiempo para relajarse, disfrutar y descansar. Tener buenas habilidades de gestión del tiempo nos ayuda a encontrar esos momentos de relax.
Por el contrario, si no gestionamos el tiempo de forma adecuada, afrontaremos consecuencias negativas como fechas límite incumplidas, un flujo de trabajo ineficiente, resultados deficientes, mala reputación profesional y mayores niveles de estrés que redundarán en una peor calidad de vida en general.
Y algo muy importante (en Estados Unidos y en cualquier lugar): si una reunión debe comenzar a las 3 p.m. y comienza a las 3:30 p.m por los que llegan tarde, los que llegaron a tiempo habrán perdido media hora de sus vidas y estarán recibiendo un “castigo” por su puntualidad. Peor aún, si la reunión está planificada para durar una hora, entonces terminará a las 4.30 p.m., por lo que retrasará toda la programación del día de aquellos que respetan su tiempo y el de los demás.
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