La Igualdad

Independiente de las grandes desigualdades existentes y de las recientes discusiones sobre “diversidad e igualdad” entre los diferentes estratos que componen su sociedad, ellos defienden el ideal de que “todos somos creados por igual” y tenemos los mismos derechos. Esto se hace extensivo a hombres y mujeres de toda etnia y todos los grupos culturales que habitan el país. Tanto a nivel federal como en muchos estados, existen leyes que protegen el “derecho a la igualdad” en sus más variadas formas.

Igualdad no significa ausencia de diferencias, sino la existencia de oportunidades similares para todos. De cada individuo y su capacidad de estudiar, trabajar y esforzarse depende la manera en que aprovechará esas oportunidades.

No es extraño ver a egresados de las más prestigiosas Universidades estadounidenses que provienen de familias muy pobres, pero se hicieron acreedores de préstamos y otras facilidades con su buen desempeño y rendimiento. Se dice también que los poderosos y muy ricos no tienen suficiente dinero para comprar el acceso a dichas instituciones (al menos no de manera directa).

La carencia relativa de deferencia en cuanto a autoridad entre personas es un ejemplo de igualdad. Mientras que en muchos países de América Latina aún seguimos llamando a políticos, jefes y personajes importantes con el título de Doctor o Licenciado (sin que en muchos casos hayan pasado siquiera cerca de un campus universitario) o Señor, Don Fulano de Tal;; en los Estados Unidos raramente se usan tales títulos. (Excepciones: al dirigirse a los que han concluido un doctorado, a quienes sí suele llamárseles “doctor”, pero solo como respeto a un alto logro académico, no como símbolo de jerarquía). Y el “sir” (ser) de los militares, también usado cuando te diriges a una persona mayor, que en el caso de las mujeres se convierte en “ma’am” (máam).

No es extraño ver a un estudiante que llama por su primer nombre a su profesor e incluso al Director de la escuela; o a un empleado que se refiere de la misma manera a su Supervisor o al Director de la compañía, sin que esto sea considerado una falta de respeto o extrema “familiaridad”.

Esto es un tema aparentemente sencillo, pero conocemos a más de un coterráneo nuestro que se ha ido al otro extremo y ha confundido la “igualdad en oportunidades” con la “pertenencia a un mismo estrato social” con todos los que le rodean, lo que a más de uno le ha valido una buena reprimenda o que lo sitúen rápidamente en su lugar. (O sea, “somos iguales”, pero no olvidemos que unos son “más iguales” que otros).

igualdad plena en todos los sentidos

La igualdad se extiende a personas con capacidades diferentes (o discapacidades), a las cuales en muchos casos se les brindan oportunidades de trabajo e integración a la sociedad que van varios pasos delante de las políticas oficiales en la mayoría de nuestros países latinos.

 

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