No existe una definición “única” del sueño americano, pero para la mayoría significaba una casa grande y espaciosa, en ocasiones con piscina (alberca o pileta, también diríamos algunos); un par de buenos carros en la familia; vacaciones dos o más veces al año; poder enviar a los hijos a las mejores universidades; contar con cobertura médica total; tener un trabajo reconocido y bien remunerado y, sobre todo, un negocio propio.
¿Por qué, independientemente de las historias de éxito mencionadas, una parte significativa de los latinos no logra este sueño, vive en viviendas pobres y rentadas casi toda la vida, trabaja muchos años en empleos que aborrece y buena parte de sus hijos ni siquiera inicia la universidad? Respuestas y teorías hay muchas, pero en esta Guía nos sumamos a aquella que proclama que la solución está en nosotros mismos. |
Todas las demás que hemos escuchado o leído pasan por múltiples “acusaciones”, “justificaciones” y delimitación de “condicionantes”, donde el “Gran Culpable” siempre es otro, desde Cristóbal Colón y el gobernante de turno en el país del que venimos, hasta George Washington y el actual presidente de USA.
No negamos que esas teorías tengan mayor o menor grado de verdad (y mucho menos nos atreveríamos a negar o minimizar el racismo y la discriminación), pero ninguna de ellas nos ayuda a resolver el problema. Sin embargo, al empezar a verlo todo a partir de nosotros mismos, dejamos de mirar la realidad desde el punto de vista de nuestros problemas y desgracias y empezamos a ver el gran abanico de oportunidades que se abre delante de todos y cada uno de nosotros.
Junto a los afroamericanos, los latinos somos el grupo racial más pobre de los Estados Unidos, cuando también somos quizás, por la diversidad que nos caracteriza y capacita, el grupo minoritario con mayores oportunidades de éxito. Esto no significa que todos podemos ser millonarios, pero todos tenemos talento para algo, y si lo usamos adecuadamente y aprendemos a unirnos, entonces todos podemos cumplir nuestros sueños.
Nuestro primer objetivo debe ser la comprensión detallada de los valores, costumbres, características, hábitos y normas del país en que vivimos; seguido de un gran esfuerzo individual y colectivo en torno a nuestra educación.
Desde inicios de 2025, estamos viviendo momentos de incertidumbre, de una gran polarización en la opinión pública estadounidense, pero ninguno de nosotros de forma aislada va a cambiar eso. Incluso, muchos de nosotros unidos tampoco podríamos cambiar la esencia de las cosas.
Y no es conformismo, es reconocimiento de una simple verdad objetiva: hay demasiados intereses, demasiado poder y demasiado dinero involucrado. Entonces, si no podemos cambiar las cosas que no nos gustan de otros, del Planeta o de un país, cambiemos nosotros y ayudemos a que cambie el ecosistema que nos rodea. Eso sí puede ir haciendo el cambio o, al menos, ciertos cambios positivos.
La inflación actual pasará. La crisis económica y social habrá de ceder el paso a tiempos mejores… lo cual significa que el sueño americano no se ha ido. Ha cambiado. Ya no es el mismo de antes. Ya ni es tan “sueño” ni tan “americano”, pero de alguna manera está ahí. Vamos por él. ¡Que redoblen los tambores!
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