Los solicitantes todavía deben llenar todos los diferentes formularios de solicitud, someterse a los controles de pasaporte, entregar fotografías, hacer los pagos de solicitud y presentar otros documentos, tal y como se hacía antes. Los trámites todavía incluyen la verificación cruzada de nombres en una base de datos interinstitucional ultramoderna (que cada día perfeccionan más, aunque no esté libre de errores).
Asimismo, los solicitantes todavía deben demostrar que tienen la intención de regresar a sus países de origen en vez de quedarse permanentemente en los Estados Unidos.
Cuanto más complejas sean las circunstancias de una persona, más formularios y documentos se requerirán. Por lo tanto, la obtención de una visa puede ser diferente para cada persona. Puede ser rápida y sencilla o relativamente compleja y tomar mucho tiempo.
Y por si alguien tenía dudas, el infame “muro” no solo se mantiene, sino que ha sido reforzado. Aproximadamente la mitad de la población estadounidense apoya el muro, porcentaje que se incrementa en los estados fronterizos, que se han visto más afectados por los flujos migratorios. La otra mitad lo rechaza como símbolo de odio y como una barrera inimaginable en un país de inmigrantes, que se sostiene sobre los hombros de los inmigrantes y que siempre tuvo las puertas abiertas al mundo.
Eso sí, incluso esos que detestan el muro no quieren fronteras abiertas “sin control“, pues la realidad es que, aunque la mayoría de quienes atraviesan la franja fronteriza son personas buenas, trabajadoras, que buscan un mejor futuro para ellos y sus hijos, un pequeño pero significativo porcentaje de delincuentes, asesinos y pandilleros ha aprovechado esa oportunidad para tratar de imponer su caos y desorden.
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